Expertos en seguridad y varias organizaciones vecinales detectan mayor cantidad de arrebatos en cinco cruces muy transitados en Belgrano, Caballito y Microcentro. Cómo protegerse.
Por R.P.
Los usuarios de los medios de
transporte ya están acostumbrados a las medidas de seguridad básicas: la
mochila colgada hacia delante, la cartera siempre agarrada, la mano en el
bolsillo para cuidar la billetera. Pero los pungas salieron a la superficie y
cada vez más roban en plena calle. Los atraen las esquinas transitadas y, según
los vecinos y las organizaciones sociales que trabajan en los barrios, cada vez
son más.
Según los expertos en
seguridad, fuentes policiales y varias organizaciones vecinales consultadas por
PERFIL existen cinco esquinas donde se focalizan las quejas y denuncias de
vecinos hacia mafias de punguistas. Para estar alerta: Cabildo y Juramento,
Acoyte y Rivadavia, Florida o Perú y Av. de Mayo, Santa Fe y Juan B. Justo y
Cabildo y Monroe.
Si bien el fenómeno existió
siempre, según algunos vecinos se potenció en los últimos meses. Desde hace
años, el sitio web Pungas en el Subte ratrea el movimiento de los carteristas
subterráneos. Gustavo, su creador (pide no revelar su apellido por motivos de
seguridad), explica parte del fenómeno: “La policía cambió su forma de trabajar
en los subtes; ahora cuando ve a un punga lo echa, y antes no lo hacía”. Según
relata, otro elemento que propició esta migración es que hasta noviembre del
año pasado las denuncias por robos bajo tierra debían ser efectuadas
exclusivamente en la comisaría que funcionaba en la estación Boedo del subte E,
pero ahora pueden hacerse en la seccional correspondiente, mucho más cerca. ¿El
resultado? La gente comenzó a denunciar más los robos.
Los expertos coinciden en que
históricamente en la zona de Belgrano no había tanta actividad de arrebatadores
(en Cabildo y Juramento, por ejemplo). ¿Por qué migró el hurto hacia allí?
“Están las paradas de los colectivos 107 y 114 que juntan mucha gente, además
hay muchos negocios y cerca de ahí se compra y vende oro”, cuenta un vecino. Y
agrega: “En la comisaría de la zona, la 33ª, suele haber gente afuera haciendo
cola para denunciar robos de pungas”.
Desde la asociación La
Alameda, que trabaja con distintos temas de seguridad dentro de los límites de
la ciudad y recibe denuncias de vecinos, consideran que las bandas sólo podrían
actuar en connivencia con la Policía. “Trabajan al lado de las comisarías sin
ningún inconveniente”, cuenta Lucas Schaerer, vocero de la agrupación. En las
denuncias recibidas figuran algunas del centro, como Avenida de Mayo y Perú,
pero también zonas más residenciales como Liniers, la Boca y Parque Avellaneda.
Para intentar poner un límite
a la situación, vecinos de distintos barrios comenzaron a organizarse. En
Recoleta, por ejemplo, donde la Plaza Houssay se transformó en un paraíso para
arrebatadores, elaboraron un mapa del delito. Las nuevas autoridades de la
comuna 2 prometieron ayudarlos a mantenerlo actualizado.
El documento reveló que el
epicentro del “pungueo” en el barrio es la esquina de Vicente López y
Azcuénaga. “Es donde se concentran los prostíbulos del barrio, que funcionan
también como pantalla para vender drogas, entonces en esa cuadra los pungas
también puede actuar”, describe Luciano Umérez (comunero por Proyecto Sur). “La
solución no es solamente más presencia policial, hay que atacar el problema de
fondo: se trata de organizaciones mafiosas donde participa la prostitución, la
venta de drogas y los arrebatadores”, advierte.
A pesar de que las cámaras de
seguridad se diseminan por toda la ciudad, la presencia de cinco fuerzas
policiales y los operativos que de vez en cuando se transmiten por televisión,
las fuentes coinciden: los punguistas siguen atacando y los esfuerzos por
combatirlos todavía no dan resultados.
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